Caracteristicas físicas
Altura : 167 cm
Peso : 59 kg
Pecho : 95 cm
Cintura : 63 cm
Caderas : 96 cm
Color de ojos : Verdes
Color de pelo : Negros
Longitud del pelo : Largo
Tipo de pelo : Liso
Altura : 167 cm
Peso : 59 kg
Pecho : 95 cm
Cintura : 63 cm
Caderas : 96 cm
Color de ojos : Verdes
Color de pelo : Negros
Longitud del pelo : Largo
Tipo de pelo : Liso
Dejo mi sitio web, para que conozcan más a fondo mi perfil artístico.
www.flaviamarco.com
En una noche de primavera de un tres de octubre, bajo el signo zodiacal de libra y en la ciudad de Bahía Blanca llegué a la vida. Con apenas algunos añitos comencé a descubrir el gusto por los disfraces y la música, pues en todos los actos de jardín de infantes yo estaba dispuesta a lucirme ante tantas miradas y aplausos. Situaciones que luego, se fueron repitiendo en los actos escolares.
Más tarde, con casi ocho años cumplidos mi mamá empezó a llevarme a practicar patín artístico y destreza. En este último deporte logré presentarme en competencias zonales y provinciales, obteniendo así algunos reconocimientos en categorías infantiles y juveniles. Años siguientes y con inquietud por la vocación artística a flor de piel, di comienzo a mis prácticas de Ballet en la Escuela de Danzas de mi ciudad.
Con el correr del tiempo, me inicié a estudiar Teatro, porque iba a ser bueno para sumar expresión y desenvoltura en mi carrera como bailarina. Pero a medida que me fui afianzando, pensé que esa herramienta podría pasar a ser una veta más en la cual desarrollarme como intérprete. Fue entonces cuando logré mi primer objetivo: Terminar la Tecnicatura en Actuación Teatral, y mudarme a Capital Federal para empeñar mi perfeccionamiento y trabajar a fondo mis sueños.
En ese mientras tanto, me desarrollé como Maestra de Danzas, actriz en comedias infantiles del grupo Saltimbanquis y bailarina de eventos. Pues el plan era alimentar la alcancía para poder viajar. Así, con mis veintiún años emprendí camino a mi aventura de crecimiento, nada fue tan como esperado desde el comienzo, pero ya había dado el paso número uno. Mis primeras audiciones fueron para publicidades y a pequeñas apariciones en la pantalla chica de Televisión. He trabajado además, para reconocidas marcas nacionales e internacionales como modelo gráfica y actriz.
Hasta que apareció una gran propuesta en la conducción para un programa de ciclos cortos televisivos para Latinoamérica. En este se dictaban consejos para enamorados, era hablado en castellano neutro, y la señal emisora era Playboy. Empresa para la cual trabajé además, como actriz en algunas series, bajo la dirección del cineasta Marcelo Cepeda. Casi simultáneamente, conduje el programa de televisión Noveno Chukker de polo, del productor Héctor Tancredi, que emitía Argentinísima Satelital una vez a la semana.
En el mes de Septiembre del 2010, bajo la dirección de Ernesto Aguilar se me ofreció Co-Protagonizar una película llamada La cumbia de los dioses que se estrenó en los cines estatales, junto al actor Néstor Villa. Ese mismo año la televisión me abrió las puertas con la miniserie Todos contra Juan que protagonizó y produjo Gastón Pauls para Telefé y América. Mi personaje era una graciosa joven aspirante a vedette, que junto a su hermana buscan infinidades de estrategias para alcanzar el mundo de las tablas.
En 2011 la productora de telenovelas más importante de Argentina, Pol-ka, confió en mí para el personaje La Pato del exitoso unitario El puntero. Este fue una historia de la realidad de género dramático político, que tuvo amplia repercusión y polémica en los televidentes. Gracias a la cantidad de seguidores, responsabilidad y compromiso del trabajo actoral, ganó el premio Martín Fierro de Oro de esa temporada. La dirección fue de Daniel Barone, los guiones de Mario Segade y los protagonistas fueron Julio Chávez, María Rosa Fugazot, Rodrigo de la Serna, Luis Luque, y gran elenco.
A partir de esta última personificación, que significó un magnífico paso en mi carrera, fui convocada para Condicionados. Una miniserie de la misma productora, y para la cual además de caracterizar a Isabel Otero, una estrella del cine condicionado, tuve la posibilidad de trabajar como Coach Actoral en los castings del citado envío. Esta tuvo la participación de actores de renombre como Soledad Silveyra, Ana María Piccio y Oscar Martínez. Más las participaciones de otros profesionales, con quienes, junto con la directora de casting Ileana Rippel y Mario Moscoso se trabajaba previamente.
Tuve una enseñanza muy sólida con ellos, fue abrir el abanico y adquirir un conocimiento de detrás de cámaras. Eso facilitó y me dio firmeza luego en mis futuras pruebas actorales. Además del entrenamiento con la impronta reacción a la acción e incorporación automática de la idea en la lectura de la letra.
Enseguida formé parte de lo que sería mi primera tira diaria, llamada Sos mi hombre, encabezada por Celeste Cid y Luciano Castro, y al igual que las anteriores, emitidas por Canal Trece. Esta vez, con un personaje de comedia caricatulesco: La Chichi, que no dejó de lucirse con vestimenta y accesorios muy espamentosos. En esta contratación, la experiencia fue también muy enriquecedora para mí, porque los capítulos eran diarios, y por lo tanto las grabaciones incluían hasta los días sábados en algunas ocasiones, y las jornadas eran de extensas horas.
Se trataba de avanzar al máximo en las filmaciones de los episodios, y así evitar las fechas festivas o sábados. El texto del autor Leandro Calderone, era modificable sobre la marcha, así que mayormente los actores apelábamos bastante a la improvisación. Compartí escenas con cantidad de compañeros y estuve bajo el mando de más de un director, según el rodaje se prestara para escenas en exteriores o en piso. Ellos fueron Sebastián Pivotto, Daniel Bechara y Martín Sabán. Yo estaba en mi salsa.
Hoy, luego de haber pasado por tantos aprendizajes, me siento dichosa de ir forjando esta profesión gratificante y vertiginosa a la vez, con miles vueltas, que creo eso es lo que la hace más apasionante. Tengo anécdotas a montones, pero hay algunas que son de las inolvidables, merecedoras de ser contadas. Una de ellas es cuando fui, presionada por mi representante, a ese primer casting de Pol-ka. Pues yo no me veía de ninguna manera en el rol para el que me estaba presentando, pero no quería defraudar a quién me estaba citando a semejante oportunidad.
Así que preparé mi audición y un lunes a las catorce en el segundo piso de la productora me presenté. Con todo el nerviosismo que conlleva el ir a una prueba que puede girar tu vida. A pesar de las inseguridades y dudas, luego de una pasada de letra e indicaciones me lancé a la suerte y al destino. Nada venía tan perfecto, pero finalmente salió de maravillas, por lo menos ya podía sentir que lo que tenía que hacer lo había hecho bien. No obstante, al día siguiente obtuve un llamado que empujó en dirección correcta mi carrera: Ya formaba parte de El Puntero e iba a encarnar a ¡La Pato!.
Cada personificación requiere compromiso con uno y con todo el entorno, pero en particular La Pato, creo que fue mi verdadero desafío. Desde el abordaje, la relación con actores de mucha trayectoria, y que venían ya de meses anteriores contando esa historia, el poder manejar la autoexigencia y ritmo laboral, al cual no venía muy acostumbrada.
Paralelamente a todo el desarrollo artístico, siempre fui forjando lo que sería mi libro, qué más allá de que el género es poético, no deja de ser también un hecho artístico. En donde me expreso desde momentos catárticos, juego con propuestas filosóficas, aspiro a hacer pensar y cuento historias. Al igual que en la actuación. Son trabajos muy similares desde el motor de búsqueda creativo y compromiso emocional con uno mismo, con el lector o espectador.
Tuve un profesor en la Universidad de Buenos Aires que siempre decía que los poetas son actores que cuentan y fingen posibles realidades. Escribir poesía no es más que el arte de actuar, el inventar una historia o recrear una propia. Transmitir algo ficticio o no, que puede ser real. Pero, a diferencia del actor, el poeta puede situarse o no dentro del marco escénico establecido. La escena se puede armar desde afuera o siendo artífice.
En este 2013, después de haber finalizado con la última novela, me aboqué por completo a lograr este objetivo de lanzar mi libro. Para ello quise profundizar en estéticas de escritura, leer a otros autores y conocer un poco más al respecto. Entonces comencé mis clases en la Universidad con el profesor Fernando Molle, a quién le debo tanto. De manera simultánea me inscribí en talleres de guión y producción para cine.
En invierno del corriente edité e imprimí una tanda de mi obra, ahora estimo que para diciembre pueda lanzar más ejemplares y distribuir en librerías. De todas formas estoy trabajando en la presentación del libro, que se titula Salvataje. Consta de tres segmentos con diferentes temas y está ilustrado de algunas imágenes artísticas acordes con lo conceptual.
Pienso que la vida se va volando para todo lo que uno tiene ganas de experimentar e incorporar. Yo intento, cada vez que puedo, de crecer un poco más en el medio de las artes y las letras. Siento que todo lo que elijo está ligado y en función del mismo anhelo. Mi crecimiento profesional va de la mano de lo emocional. A medida que me voy afianzando en manejar mis estados anímicos, temperamento y ansiedades, el resto va fluyendo.
Estoy, además de incursionar en las publicaciones de mis creaciones, con una propuesta fílmica muy fuerte internacional. Se trata de una historia de amor en la cual encarno el personaje principal que es Lya, y más allá de que se filma en el exterior, tiene la particularidad de ser el primer proyecto de una productora musical, por consecuencia, en la historia tendré que cantar. Si bien es una rama artística que no tengo afinada, tengo la ilusión y convicción de poder hacerlo.
Tal vez, sea esta la etapa de mi vida en la cual yo me sienta más íntegra y repleta de posibilidades para desarrollar. Estoy llena de ideas y energía positiva. Tal vez sólo sea el inicio de algo mejor aún. Ojalá. Los sueños están para concretarlos. Esa es una de nuestras misiones en la vida.