Un desafío a la dramaturgia por Griselda Gambaro
De 4/9/13
Un desafío a la dramaturgia por Griselda Gambaro
En su nueva obra, Querido Ibsen: soy Nora, Griselda Gambaro plantea un contrapunto entre Nora y nada menos que el autor de Casa de muñecas. Por momentos, se transita un diálogo; por otros se despliega una confrontación directa que abrirá una brecha insondable entre ambos. Aquí no se remarca el comportamiento de una heroína, ni se rescata el valor emancipador -para la época- de Nora al haber decidido abandonar a su marido e hijos.
En esta versión, la protagonista no es sólo un personaje acorralado por un marco social agobiante, sino que acciona sin mayores perspectivas de cambio. Y ese movimiento desangelado perfora la racionalidad del autor hasta el sinsentido: “ En realidad, a mí mismo me cuesta aceptar la decisión de Nora como razonable ”, le dirá Ibsen a Torvald, esposo de Nora, cuando ella deje el hogar. La mujer es una herida que no tuvo sutura ni reparación histórica. Y aún interpela.
En la puesta dirigida por Silvio Lang, intervienen los personajes principales del drama. Hay claramente dos líneas que se entretejen: por un lado, la deuda de Nora (Belén Blanco), la extorsión de Krogstad (Agustín Rittano) y las consecuencias de ocultar la verdad por temor a la represalia. Pero además se suma el autor en escena como entidad proveedora de acción y conflicto: Ibsen (Alberto Suárez) está escribiendo la obra mientras se desarrolla. Por esto, el devenir del drama y el diseño de cada personaje son factores constituyentes de la puesta. Y las decisiones que el dramaturgo toma dentro de la maquinaria dramática son cuestionadas más allá de Nora. El doctor Rank (Leonordo Saggese), le reprocha haberlo graciado con una enfermedad terminal y no dejarlo profundizar su amor por Nora. Torvald (Ezequiel Díaz) le pregunta a Ibsen cuando su esposa está punto de partir: ‘ ¿Desde cuándo tanto orgullo? ¿Usted se lo inculcó?’ . El autor también resuelve la trama en el vínculo entre Krogstad y Cristina (Victoria Roland). Sólo queda en silencio Ana María, personal doméstico interpretado por Pochi Ducasse.
En esta versión, la protagonista no es sólo un personaje acorralado por un marco social agobiante, sino que acciona sin mayores perspectivas de cambio. Y ese movimiento desangelado perfora la racionalidad del autor hasta el sinsentido: “ En realidad, a mí mismo me cuesta aceptar la decisión de Nora como razonable ”, le dirá Ibsen a Torvald, esposo de Nora, cuando ella deje el hogar. La mujer es una herida que no tuvo sutura ni reparación histórica. Y aún interpela.
En la puesta dirigida por Silvio Lang, intervienen los personajes principales del drama. Hay claramente dos líneas que se entretejen: por un lado, la deuda de Nora (Belén Blanco), la extorsión de Krogstad (Agustín Rittano) y las consecuencias de ocultar la verdad por temor a la represalia. Pero además se suma el autor en escena como entidad proveedora de acción y conflicto: Ibsen (Alberto Suárez) está escribiendo la obra mientras se desarrolla. Por esto, el devenir del drama y el diseño de cada personaje son factores constituyentes de la puesta. Y las decisiones que el dramaturgo toma dentro de la maquinaria dramática son cuestionadas más allá de Nora. El doctor Rank (Leonordo Saggese), le reprocha haberlo graciado con una enfermedad terminal y no dejarlo profundizar su amor por Nora. Torvald (Ezequiel Díaz) le pregunta a Ibsen cuando su esposa está punto de partir: ‘ ¿Desde cuándo tanto orgullo? ¿Usted se lo inculcó?’ . El autor también resuelve la trama en el vínculo entre Krogstad y Cristina (Victoria Roland). Sólo queda en silencio Ana María, personal doméstico interpretado por Pochi Ducasse.
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