Muse: los dueños del escenario
De 15/10/13
Muse: los dueños del escenario
La idea que movilizó The 2nd Law, el último álbum de Muse es una ley física, la de la termodinámica que habla de cómo gradualmente la energía va perdiéndose. El grupo británico vaya si la derrocha arriba del escenario; cerraron la segunda jornada del Personal Fest en GEBA y en su tercera visita al país ratificaron su condición de grupo que goza y hace gozar arriba del escenario.
El show –como prácticamente todos los que se dan en este tipo de festivales- no fue particularmente largo (poco más de 90 minutos de duración), pero sí fue muy intenso. Por supuesto, Matt Bellamy fue el eje del espectáculo.
Es bueno y sabe que lo es, por eso no tiene empacho alguno en darse diferentes momentos dentro del mismo show para que admiremos sus diferentes facetas musicales. Si alguno se quiso quedar con sus cualidades vocales, el de Devon, Inglaterra, demostró que tiene una voz prodigiosa que le permite llegar a notas muy pero muy difíciles.
Luego sus aptitudes como guitarrista son la sustancia de Muse y la que en más de una ocasión le hacen pensar a quien presencia el show que hay más de una persona con el instrumento. Incluso también deja traslucir su formación en música clásica y en más de una ocasión se sienta en el piano y el aire de una de las claras influencias del grupo (Queen) sobrevuela algún lugar del escenario.
Pero más allá del talento, lo que se nota a las claras es el disfrute que tienen al subir al escenario. Ese es su hábitat, mucho más que los estudios. Lo demuestra el baterista Dominic Howard cuando dice algunas palabras antes de emprender la retirada, lo exhibe el rostro del bajista Chris Wolstenholme y es ratificado por el propio Bellamy cuando se presta a unas fotos (tomadas por los hombres de seguridad) con algunas de las personas que estuvieron todo el día en la primera fila, junto al vallado.
El show –como prácticamente todos los que se dan en este tipo de festivales- no fue particularmente largo (poco más de 90 minutos de duración), pero sí fue muy intenso. Por supuesto, Matt Bellamy fue el eje del espectáculo.
Es bueno y sabe que lo es, por eso no tiene empacho alguno en darse diferentes momentos dentro del mismo show para que admiremos sus diferentes facetas musicales. Si alguno se quiso quedar con sus cualidades vocales, el de Devon, Inglaterra, demostró que tiene una voz prodigiosa que le permite llegar a notas muy pero muy difíciles.
Luego sus aptitudes como guitarrista son la sustancia de Muse y la que en más de una ocasión le hacen pensar a quien presencia el show que hay más de una persona con el instrumento. Incluso también deja traslucir su formación en música clásica y en más de una ocasión se sienta en el piano y el aire de una de las claras influencias del grupo (Queen) sobrevuela algún lugar del escenario.
Pero más allá del talento, lo que se nota a las claras es el disfrute que tienen al subir al escenario. Ese es su hábitat, mucho más que los estudios. Lo demuestra el baterista Dominic Howard cuando dice algunas palabras antes de emprender la retirada, lo exhibe el rostro del bajista Chris Wolstenholme y es ratificado por el propio Bellamy cuando se presta a unas fotos (tomadas por los hombres de seguridad) con algunas de las personas que estuvieron todo el día en la primera fila, junto al vallado.
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