Se cumplen 30 años de la muerte del autor de "Un tranvía llamado deseo"
De 26/2/13
Se cumplen 30 años de la muerte del autor de "Un tranvía llamado deseo"
El estreno de "Noches romanas", de un autor ítalo-estadounidense, repone en la escena porteña la figura del dramaturgo Tennessee Williams, de cuya muerte se cumplieron tres décadas ayer, 25 de febrero.
La obra que se ve en la calle Corrientes, protagonizada por Osmar Núñez como Williams, y Virginia Innocenti como Anna Magnani, es dirigida por Oscar Barney Finn, quien ya había ingresado a un texto del autor con "La gata sobre el tejado de zinc caliente" (2007).
De él, el espectador porteño también vio recientemente una polémica versión de "Un tranvía llamado Deseo", dirigida por Daniel Veronese, además de numerosos montajes de "El zoo de cristal" y la curiosa "Advertencias para barcos pequeños".
Es posible que también se lo conozca por el cine: el dichoso "Tranvía" fue en 1951 el trampolín para la fama universal de Marlon Brando, "La rosa tatuada" le dio el Oscar 1956 a Mejor Actriz a su adorada amiga Magnani, y ese mismo año "Baby Doll", de Elia Kazan, catapultó a su fulgurante y breve estrellato a la muy bonita Carroll Baker.
También Elizabeth Taylor le puso el rostro a una de sus heroínas en "El gato sobre el tejado de zinc caliente" (1958, variantes de traducción) y "De repente, en el verano" (1959), Paul Newman acompañó a Geraldine Page en "Dulce pájaro de juventud" (1962) y Richard Burton a Ava Gardner en "La noche de la iguana" (1964).
Williams fue autor de obras de teatro, novelas, guionista de cine y libretista de TV, y en todos esos medios introdujo su mundo de sensualidades y personajes dados al exceso, quizá por su origen sureño, pero terminó de un modo poco romántico: en la soledad de su habitación de un hotel neoyorquino, murió atragantado con el tapón de un frasco de barbitúricos.
Thomas Lanier Williams había nacido en Columbus, Misisipi, el 6 de marzo de 1911, hijo de gente bastante humilde, y una enfermedad infantil lo inclinó hacia la lectura y luego a la escritura cuando su madre le regaló una máquina de escribir.
La misma madre que atormentó el resto de su vida -y la de su hermana Rose, a la que dejó lobotomizar en un neuropsiquiátrico- y que de algún modo marcó toda su obsesiva obra llena de pasiones y violencia, incestos, conductas suicidas, enfermedades y la propia homosexualidad, que en sus días era difícil de manifestar.
Influido por el psicoanálisis y "niño grande" durante toda su existencia, era sensible a los placeres, al alcohol y a las drogas, y en cuanto al sexo no dejó de vincularse a numerosos hombres aun cuando tenía una relación oficial con su secretario y representante Frank Merlo, de ascendencia siciliana.
Según sus palabras, esa dispersión de conductas era la respuesta a la humilde niñez que vivió en Saint-Louis, Misisipi, en el "deep South", donde lo que imperaba era un "puritanismo sudista" que afectaba su fragilidad de niño y adolescente.
Luego del suceso de su hermana en el manicomio, a los 25 años abandonó a los suyos para irse a Nueva Orleáns y luego a Nueva York, donde en 1940 vio representar por primera vez una obra suya, "La batalla de los ángeles", que provocó cierto escándalo al tocar temas como religión y sexo.
Su gran triunfo llegó con "El zoo de cristal", que estrenó en Broadway en 1945, donde retrata sin cortapisas la destartalada relación entre su madre Edwina y su hermana Rose, quien cuando perdió la razón su vida quedó detenida en un pequeño juego de animalitos de vidrio.
El que a su llegada a la metrópoli había sido limpiabotas, mozo de hotel, ascensorista y otros trabajos de igual categoría, era ahora un hombre halagado, premiado por el Círculo de Críticos Teatrales y ganador dos veces del Premio Pulitzer.
Sin embargo, su vida se basó en la vulnerabilidad, la autoconmiseración y una insatisfacción de fondo que se observa en sus personajes, tan representativos de su lugar y su época, pero que aún guardan vigencia.
La obra que se ve en la calle Corrientes, protagonizada por Osmar Núñez como Williams, y Virginia Innocenti como Anna Magnani, es dirigida por Oscar Barney Finn, quien ya había ingresado a un texto del autor con "La gata sobre el tejado de zinc caliente" (2007).
De él, el espectador porteño también vio recientemente una polémica versión de "Un tranvía llamado Deseo", dirigida por Daniel Veronese, además de numerosos montajes de "El zoo de cristal" y la curiosa "Advertencias para barcos pequeños".
Es posible que también se lo conozca por el cine: el dichoso "Tranvía" fue en 1951 el trampolín para la fama universal de Marlon Brando, "La rosa tatuada" le dio el Oscar 1956 a Mejor Actriz a su adorada amiga Magnani, y ese mismo año "Baby Doll", de Elia Kazan, catapultó a su fulgurante y breve estrellato a la muy bonita Carroll Baker.
También Elizabeth Taylor le puso el rostro a una de sus heroínas en "El gato sobre el tejado de zinc caliente" (1958, variantes de traducción) y "De repente, en el verano" (1959), Paul Newman acompañó a Geraldine Page en "Dulce pájaro de juventud" (1962) y Richard Burton a Ava Gardner en "La noche de la iguana" (1964).
Williams fue autor de obras de teatro, novelas, guionista de cine y libretista de TV, y en todos esos medios introdujo su mundo de sensualidades y personajes dados al exceso, quizá por su origen sureño, pero terminó de un modo poco romántico: en la soledad de su habitación de un hotel neoyorquino, murió atragantado con el tapón de un frasco de barbitúricos.
Thomas Lanier Williams había nacido en Columbus, Misisipi, el 6 de marzo de 1911, hijo de gente bastante humilde, y una enfermedad infantil lo inclinó hacia la lectura y luego a la escritura cuando su madre le regaló una máquina de escribir.
La misma madre que atormentó el resto de su vida -y la de su hermana Rose, a la que dejó lobotomizar en un neuropsiquiátrico- y que de algún modo marcó toda su obsesiva obra llena de pasiones y violencia, incestos, conductas suicidas, enfermedades y la propia homosexualidad, que en sus días era difícil de manifestar.
Influido por el psicoanálisis y "niño grande" durante toda su existencia, era sensible a los placeres, al alcohol y a las drogas, y en cuanto al sexo no dejó de vincularse a numerosos hombres aun cuando tenía una relación oficial con su secretario y representante Frank Merlo, de ascendencia siciliana.
Según sus palabras, esa dispersión de conductas era la respuesta a la humilde niñez que vivió en Saint-Louis, Misisipi, en el "deep South", donde lo que imperaba era un "puritanismo sudista" que afectaba su fragilidad de niño y adolescente.
Luego del suceso de su hermana en el manicomio, a los 25 años abandonó a los suyos para irse a Nueva Orleáns y luego a Nueva York, donde en 1940 vio representar por primera vez una obra suya, "La batalla de los ángeles", que provocó cierto escándalo al tocar temas como religión y sexo.
Su gran triunfo llegó con "El zoo de cristal", que estrenó en Broadway en 1945, donde retrata sin cortapisas la destartalada relación entre su madre Edwina y su hermana Rose, quien cuando perdió la razón su vida quedó detenida en un pequeño juego de animalitos de vidrio.
El que a su llegada a la metrópoli había sido limpiabotas, mozo de hotel, ascensorista y otros trabajos de igual categoría, era ahora un hombre halagado, premiado por el Círculo de Críticos Teatrales y ganador dos veces del Premio Pulitzer.
Sin embargo, su vida se basó en la vulnerabilidad, la autoconmiseración y una insatisfacción de fondo que se observa en sus personajes, tan representativos de su lugar y su época, pero que aún guardan vigencia.
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