Un clásico que tardó en llegar

Estrenada en los Estados Unidos en 1976, la versión de Carrie filmada por Brian De Palma llegó a las salas porteñas el 27 de octubre de 1983, pocos días antes de que las primeras elecciones presidenciales en una década marcaran el principio del final de la sangrienta última dictadura militar, como un testimonio más -si se quiere- del régimen de censura que imperó hasta iniciado el período democrático actual.

Catalogada como una película de terror, el filme fue protagonizado por Sissy Spacek y Piper Laurie, e incluía en su elenco a un John Travolta que daba sus primeros pasos en el cine. Y contó con un irrisorio -a la distancia- presupuesto de casi dos millones de dólares, que contrastan fuertemente con los 30 millones invertidos en la nueva versión.

Convertida en un clásico del género a través del paso del tiempo, tiene entre sus escenas antológicas aquella en la que la protagonista queda bañada en sangre de cerdo durante el baile de graduación; una broma de mal gusto que desata su ira y que la hará, utilizar su manejo de la telequinesis como un arma letal.